Hace mucho tiempo vivió en Japón un hombre apasionado por su
trabajo de artesano, conocido por todos por su eficacia y buena mano, pero
también por ostentar un gran defecto ya que nunca quiso formar una familia,
simplemente por no tener que mantener económicamente a una mujer y a sus
posibles hijos, y no es que su situación económica fuese mala o precaria,
simplemente era un tacaño recalcitrante, y todo beneficio que ganase con su
esfuerzo quería que fuera exclusivamente para él.
Todo cambio un buen día, cuando una hermosa y desconocida
mujer llego al pueblo, encandilando a todos con su misteriosa belleza, el
artesano también quedo prendado de la belleza de esta mujer, ante sus delicados
rasgos y sus negros ojos y largos cabellos, así que olvidando su tacañería la
cortejo hasta conseguir casarse con ella, tras lo cual ambos comenzaron a vivir
juntos.
En los primeros tiempos su relación fue a pedir de boca, y
no solo por lo bien que se llevaban ambos, sino porque aquella mujer parecía no
comer absolutamente nada, lo raro es que sus sacos de arroz iban disminuyendo
considerable.
Al principio el artesano no dio muestras de interés por este hecho, pero con el paso del tiempo las preguntas comenzaron a surgir
en la cabeza, ¿acaso comía solo cuando el no miraba?, así que, para resolver
sus dudas, hizo creer a su esposa que se iba a trabajar y se quedo escondido en
casa a la espera de ver a su mujer comiendo.
Pasados unos minutos escucho ruidos en el almacén donde
guardaba el arroz y sin hacer ruido se acerco a observar, y pudo contemplar con
horror como su esposa poseía una boca en la parte posterior de la cabeza con la
devoraba ávidamente, mientras que comía con timidez por la boca normal, sus
largos y negros cabellos se movían como tentáculos o extremidades inteligentes
que llevaban la comida a aquel horrendo orificio dentado, hasta que la mujer se
dio cuenta de que estaba siendo observaba por su atemorizado marido y decidió acabar
con su vida devorándole el rostro.
Esta leyenda popular nos habla de una criatura llamada
Futakuchi-Onna, que significa la mujer de las dos bocas, un ser perteneciente a
los Yokai, seres mitológicos del Japón que pueden ser tanto buenos como malvados,
y a la que la tradición describe como una mujer que ha sido víctima de una maldición,
ya sea por no haber alimentado bien a sus niños o por negarse a comer para estar
más delgada que las demás, la segunda boca de la Futakuchi-Onna se comporta de manera
autónoma y mientras unas historias la describen como una copia de la boca
normal, con labios, dientes y lengua, otros relatos la muestran como una
horrenda cavidad con afilados dientes, esta boca también puede gritar y
murmurara, dando instrucciones a la persona maldita para que cumpla su aviesa
voluntad.
Al igual que otros seres mitológicos de aspecto humano, la
Futakuchi-Onna suele pasar desapercibida por aquellos con quienes convive y,
por lo general, es descubierta después de que una o más personas se percatan de
que los alimentos están desapareciendo misteriosamente en proporciones
alarmantes, ya que la segunda boca de la Futakuchi-Onna como el doble de lo que
come su anfitriona, la mujer en la cual esta, a modo de condena.
Existen cuatro versiones sobre la procedencia de la segunda
boca que caracteriza a estos monstruos, cada una podría considerarse una
leyenda independiente aunque todas en común.
La mujer que no come: en la actualidad se le llama anorexia,
pero siempre hubo mujeres que se privaban de comer pudiendo hacerlo para
mantener la línea: así, cuando enfermaban gravemente, a veces eran castigadas
por las fuerzas que gobiernan el mundo el mundo sobrenatural, y el castigo era
la aparición de una boca viviente que las obligaba a comer.
La mujer que no alimenta a los hijastros: cuentan que,
cuando una madrastra no alimenta a sus hijastros y solo da de comer a su propia
descendencia, es gravemente castigada si esa conducta causa, directa o
indirectamente haciéndolo más proclive a enfermarse y no recuperarse de las
enfermedades, la muerte de un hijastro o una hijastra, entonces le cae una
terrible maldición, en la que el espíritu del difunto hijastro o hijastra entra
en ella, en su cabeza, donde la atormenta murmurando cosas, y haciéndole crecer
una segunda boca que comerá mucho más de lo que le fue negado en vida, esta
creencia se relaciona con una conmovedora historia, en la que una madrastra
malvada tenía una hija y una hijastra, a la que la trataba bien, y le daba de
comer en abundancia, en detrimento de la relegada hijastra a la que apenas daba
lo suficiente para evitarle la muerte; sin embargo, esto fue mermando la salud
de la criatura, que se enfermaba constantemente y un día falleció, después de
unos 49 días, la madrastra empezó a sentir terribles dolores en la parte posterior de su
cabeza; sentía que se le estaba abriendo el hueso, que algo le estaba
creciendo, y a veces le parecía escuchar la voz de la hijastra en su cabeza,
hasta que un día se despertó y tenía una boca en la parte que le causaba los
dolores, esta boca hablaba con la voz de la hijastra, pues estaba animada por
su espíritu que sediento de venganza, le exigía los alimentos que en vida no le
dio, pero en mucha mayor cantidad.
La madre egoísta: parecía a la versión anterior, una
creencia dice que la maldición de la boca viviente cae sobre todas las madres
que, bien por tacañería, por glotonería o ambas cosas, se alimentaban también solo
de ellas y sus hijos no dan casi nada de comer, haciendo que se enfermen y
mueran, a ellas les viene la condena de que, el espíritu del hijo, les
atormentara bajo la forma de una boca viviente en la parte posterior de la
cabeza.
La esposa del leñador: esta versión no se generaliza y se
relaciona con una historia particular, en la que un leñador estaba un día
cortando un árbol, cuando de pronto su esposa se acerco y el, sin querer, le
dio un hachazo un poco por arriba de la nuca, esto no la mato a la mujer, pero
la herida nunca sano, y una boca viviente creció en su lugar.
Fotos Sacadas de Internet.
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