En este blog intentare hablar de un poco de todo, como manualidades, trucos en todos los aspectos, ya que hay muchos, de cocina, de tecnología, etc...

27/5/13

La campana sepultada de Peter y Lynn


En la ciudad de Dorsen, un pueblo perdido entre las montañas de la verde Erín, es habitual que sus habitantes aludan en sus habitantes en sus conversaciones a la campana de la iglesia sepultada bajo las aguas de lago Dorf; dicho lago se formo cuando en el año 1423 el gran dique se resquebrajó y se trago un valle entero con todos sus habitantes en la oscuridad de una noche totalmente cerrada.


Fue un ataque a traición, sin límites, sin piedad.

Se habla de la campana en todas las tabernas, antes un vaso de alrededor de la chimenea, cuando las mujeres se calientan en los largos anocheceres de invierno y se dedican a coser las prendas de sus maridos o a repasar todas las botonaduras maltrechas; y también se habla de esta campana en sueños; a buen seguro los habitantes de Dorsen desearían no hablar nunca más de esta campana, pero tal hecho resulta imposible porque, de vez en cuando, todavía hoy se la oye repicar de forma amortiguada, como si su sonido saliera de las entrañas del valle.


Se volvió hablar de ella cuando el médico del pueblo, Hans Dieter se unió al destino de su mujer, fallecida en aquella triste noche oscura, en la que el lago Dorf se la trago junto a todos sus conciudadanos. Hans siempre se había reprochado a sí mismo no haber estado esa noche en el pueblo, pero por desgracia había sido el único superviviente de la tragedia acaecida cuarenta y siete años atrás. La muerte de Hans también trajo a la mente de los ciudadanos del lugar el recuerdo de aquello pareja de jóvenes enamorados que, hacia algunos años, habían decidido arrojarse a las aguas profundas y gélidas del lago para escapar de las familias que les querían separar. Y volvieron a recordar la campana cuando casi se había olvidado la historia de Peter y Lynn.

Lynn, hija única del viejo Dorset, era una verdadera. Alta rubia, con los ojos azules, una figura grácil y un rostro blanco como la nieve eran los valores estéticos que tenían a Peter embelesado. Desde muy temprana edad, antes incluso de que ambos fueran a la escuela juntos, Peter y Lynn era amable, cariñoso y tierno, y nadie dudaba de que Peter regresara del viaje en barco que le aguardaba se desposarían.

En la orilla del lago se vieron por última vez e hicieron el amor de forma apasionada. Lynn prometió a Peter que jamás seria de otro hombre, que nunca le olvidaría y que le esperaría. El se fue. Pasaron los días y los meses, hasta que casi sin darse cuenta se cumplió el primer aniversario de su marcha. Las cartas de Lynn llegaban siempre al puerto inglés de Portsmouth y este las contestaba con gran celeridad hasta que un buen día, dejaron de llegar. Peter, extrañado y un tanto desesperado, le escribió varias veces sin obtener ninguna respuesta.

Al cabo de cuatro meses Peter recibió la misiva de un amigo en la que le comunicaba de Lynn se hallaba encerrada en casa, o mejor dicho, encarcelada en su casa por su propio padre.

El motivo no era otro que la exigencia del padre que  quería que su hija se desposara con un rico propietario.

Solo quedaban tres semana para que los desposorios se llevaran a cabo, justo el tiempo que tardaría Peter en llegar a Dorsen e impedir que la boda se consumara. Lynn, mientras tanto, esperaba entre angustiada y esperanza la llegada de Peter. Pasaron las tres semanas y Peter no pudo llegar a impedir que la desgracia anegara su vida.

Lynn, que ignoraba que su amado estaba a tan solo tres horas de camino de Dorsen, consiguió eludir la vigilancia de la anciana que le había puesto su padre como carcelera en su propia casa, y se dirigió a la orilla del lago, al lugar donde se habían amado por última vez.

Una vez allí, desde un montículo, Lynn vio salir de la casa de su padre a varias personas que portaban antorchas. Su fuga había sido descubierta. Corrió hasta alcanzar un peñasco que dominaba el lago. La gente de Dorsen contemplaba la escena en silencio. Eran testigos mudos de la desgracia que se avecinaba.

Cada minuto que pasada se recortaban las distancias entre la perseguida y sus perseguidores. Cuando la luz cálida de las antorchas estaba a unos escasos cincuenta metros de ella, Lynn lanzo un gemido desesperado, levanto los ojos al cielo como pidiendo perdón por lo que iba a hacer y se lanzo al vacio. Desde el fondo del lago la campana resonó con lentos repliques, como si  lamentara semejante acontecimiento. Instantes después llegaba Peter al lugar y ni siquiera pudo ver el cuerpo sin vida de su amada. Presa del dolor y del resentimiento y para evitar matar con sus propias manos, como era su deseo al padre de Lynn, se alejo de Dorsen con la intención de no regresar jamás.

Desde ese aciago día y coincidiendo con el aniversario de tan triste desenlace, los ciudadanos de Dorsen no han dejado de escuchar el lamento de la campana, pero es el padre de Lynn quien lo escucha con mayor intensidad, pues después de que su hija se arrojara al vacio enloqueció de dolor.

Transcurrieron muchos años antes de que Peter, que había decidido alejarse para siempre del lugar de la desgracia, volvieses finalmente a Darsen. Estaba envejecido, demacrado, encorvado, y solo. Una noche de mayo, una tormenta agitaba las aguas del lago y Peter observaba el oleaje desde la ventana de su casa. No sabemos si fue el viento o quizá su mente, pero  el escucho muy claramente una voz que llamaba de forma desesperada y que le susurraba: “Peter, Peter mi”. No eran figuraciones de Peter, porque todos y cada uno de los ciudadanos de Dorsen oyeron esa misma frase, emitida por una voz que no les era del todo desconocida.

El sonido atravesaba los muros de las casas y de los cristales, los perros se pusieran a aullar como nunca lo habían hecho antes y las campanas de la nueva iglesia repicaron pos sí mismas, sin que nadie las hubiera hecho añico.

El pueblo entero se congrego, a pesar del miedo que les embargaba a todos, en las orillas del lago. En un momento dado, Peter salió de su casa y presa de un ardor juvenil idéntico al que había perdido hacía mucho tiempo, se encamino hacia el peñasco desde el que Lynn se había arrojado hacia tantos años. En la palidez del alba vio una blanca figura que se perfilaba en la cumbre. El viento y la lluvia le azotaban para él, indiferente a la tempestad, corría hacia el peñasco con paso cada vez más ligero.

A su llegada, la blanca figura se arrogo a las aguas del lago.

Peter, sin dudarlo, la siguió y ante los atónitos ojos del pueblo cogió entre los brazos la delicada figura blanca y lanzo al abismo con ella. En ese preciso instante, las campanas de la iglesia sumergida parecieron ascender hasta el peñasco, ¡así de penetrante era su sonido! Sonaron a rebato y los amplios círculos que cubrían la superficie del lago esparcieron una melodía que se difundía por todo el valle, como si su música no se elevarse por una muerte, sino por una boda. Y así fue.

Algunos aseguraron haber visto con el primer rayo de sol, en el fondo, a dos jóvenes que cogidos de la mano cruzaban el umbral de la vieja iglesia mientras las algas danzaban a su alrededor al son de las campanas. Desde ese momento, cada vez que dos seres humanos que se han amado en la tierra alcanzan la vida eterna se oye el sonido de la campana sumergida.

El repique no atemoriza a nadie porque en la localidad de Dorsen, aun hoy, y diría que especialmente hoy, reza un cartel que dice lo siguiente: “quien estaba solo, ahora ya no lo está”.

Nuevo y eterno es el camino de quienes en la eternidad se hunden asiendo se de la mano.





Las fotos sacadas de Internet y Las mas alucinantes historias de fantasmas y del mas allá.


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