Cuando somos jóvenes no tenemos miedo a nada o solo
queremos aparentar y hacernos más
valientes que nadie, pero porque quizás no seamos conscientes de lo que puede
pasar, pero si esto lo unimos que estamos bebidos y seguimos bebiendo esto hace
que aparentemos más de lo que somos y nos hacemos más valientes.
Os voy a contar una historia que da miedo y que hay que tener
respeto por las tumbas de nuestros semejantes.
Una noche de un sábado por la noche, unos chicos celebraban una fiesta en un parque, entre risas y alcohol comenzaron a contar historias de terror; en la misma calle había cementerio y uno de ellos comento lo mucho que le aterraba pasar por allí, aprovechándose del miedo de su amigo otro de los jóvenes advirtió al respecto con la siguiente frase:
No se os ocurra pisar sobre una tumba cuando se ha puesto el
sol, si lo haces, el muerto te agarrara y te meterá dentro.
Mentira, dice una de las chicas que estaba en el grupo, eso
son solo supersticiones.
Si te crees tan valiente te crees ¿Por qué no nos lo
demuestras?, te daré 10 euros si te atreves, apostando un chico.
La muchacha contesta a mi no me dan miedo las tumbas y menos
los muertos, si quieres voy y te lo demuestro ahora mismo.
El chico que le había excitado a tomar esta decisión, le tendió
una navaja que llevaba en el bolsillo, y le dijo clava esta navaja en una de
las sepulturas y así sabremos que lo has hecho, sin dudarlo la cogió y se dirigió
a paso firme al campo santo la mirada atónita de sus amigos.
El cementerio estaba lleno de sombras y había un silencio
sepulcral y sin quererlo el miedo se fue adueñando de la muchacha que con cada
paso sentía cientos de ojos que la vigilaban y un aliento helado en la nuca.
La muchacha se repetía una y otra vez, no hay nada que
temer, para poder estar tranquila y calmarse ella misma.
Escogió una tumba y piso sobre ella, después se agacho rápidamente
y clavo en el suelo la navaja y se dispuso a marcharse, pero no pudo, algo la retenía,
lo intento una y otra vez, pero seguía sin moverse de la tumba, estaba muy
aterrada.
Alguien o algo le sujetaban, empezó a gritar y cayó al
suelo.
Al ver que no regresaba, los chicos fueron a buscarla,
encontraron su cuerpo tumbado sobre la sepultura, fría, rígida y con la cara
totalmente desencajada del miedo, sin darse cuenta la chica se había enganchado
la falda con la navaja al clavarla en el suelo; era la navaja lo que retenía y
ella había muerto de miedo tras sufrir un ataque al corazón.
No se pueden jugar con ciertas cosas y menos donde sean ya
que hay que respectar al prójimo ya esté vivo o muerto, y mejor muerto por que
realmente no sabemos lo que hay después de muerto y lo que nos espera.
Y el miedo nos hacen cometer muchos errores como en este caso,
que le invadió a nuestra protagonista.
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