Pocos lugares quedan sin ley en la tierra, pero las aguas de
alta mar son uno de ellos, y allí del horizonte azul, el fondo del océano está
sembrado de cadáveres.
En alta mar hay un cementerio de tiburones que ya no son
tiburones, aunque están vivos cuando caen al lecho marino, para entonces los
animales más temidos de los océanos son solo trozos de carne incapaces de
nadar.
Los restos de un tiburón ballena, y tres rayas han permitido
a los científicos entender como estos funcionan estos oasis de comida.
En pleno océano Atlántico, a 1.200 metros de profundidad el
silencio y la oscuridad son casi absolutos, pero a pesar de las difíciles condiciones,
la vida prospera en el fondo marino gracias a las oportunidades que vienen
desde la superficie, en forma de restos y nutrientes.
El hallazgo de un nuevo oasis de comida en medio de las
llanuras del fondo del océano, la mesa del banquete se encuentra, nada mas nada
menos, que en un cementerio de tiburones frente a las costas de Angola, a 1,200
metros de profundidad y en un área de un kilómetro cuadrado, allí se han tapado
con los esqueletos de un tiburón ballena y tres rayas, muertos desde hace uno o
dos meses, rodeados por una amplia colección de carroñeros que se estaban dando
un festín, había muchos peces junto a las carcasas los esqueletos, como si
estuvieran protegiéndolas, es cierto que hay muchos estudios de restos de
ballenas, pero ninguno en tiburones u otro tipos de grandes animales marinos.
Cuando el cadáver de un animal se hunde, se convierte en el
hogar de un complejo ecosistema, o dicho de otro modo, en una ciudad de
animales y microorganismos, , el cadáver, primero atrae a carroñeros, como
tiburones, luego a pequeños oportunistas, como anfípodos, animales parecidos a
gambas, y después a cangrejos.
Esas carcasas pueden mantener a las comunidades del fondo
marino durante semanas o meses, los restos de grandes animales constituyen el
4% del total de comida que llega al suelo oceánico de esa zona de Angola,
suponen un aporte muy local y pueden constituir un oasis temporal de nutrientes
en ciertas zonas.
En el caso del cementerio de tiburones, los investigadores
han descubiertos además que falta uno de los típicos inquilinos que suelen
encontrarse en las carcasas o esqueletos de ballenas, se trata de los llamados
gusanos zombie, unos pequeños animales capaces de alimentarse de los huesos,
para ello introducen unas raíces en el
interior de los huesos y unas bacterias que viven en su interior se encargan de
descomponer los ácidos grasos allí presentes.
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