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19/12/20

Fotografía post mortem


Muerte y fotografía siempre han estado asociadas, tanto desde el punto de vista teórico como respecto al registro de aduellos que han fallecido mediante una cámara. Pero ¿cómo se ha reperesentado la muerte a lo largo de la historia de la fotografía?.

Las primeras fotografías post mortem aparecen poco después de la invención de la fotografía en 1839, como continiación de una tradición pictórica que se remontaba al siglo XV. Aunque desde una perspectiva contemporánea estas primeras imagenes puedan parecernos morbosas, hay que tener en cuenta que hasta principios del siglo XX debido a una esperanza de vida menor, una alta tasa de mortalidad infantil y la ritualidad del velatorio en el propio hogar.


La fotografía de difuntos o fotografía post mortem fue una práctica que nació poco después de la fotografía y se puso muy de moda durante el siglo XIX.

Esta práctica consiste en fotografiar a personas que ya han fallecido. Hoy en día lo veremos como algo muy macabro, pero durante la época victoriana esto fue muy normal.

La fotografía post mortem se originó el siglo XIX. La muerte se veía como algo cotidiano, ya que solía sucedr de una forma algo común debido al esceso avance de la medicina, lo normal por aquel entonces era que la gente falleciese en su casa y no en un hospital.


Durante aquella época no se tenían muchas fotografías de seres queridos, por lo que las personas pensaron que era mejor tener una fotografía de un pariente o ser querido ya fallecido que no tener ninguna.

¿Por qué se practicaba la fotografía post mortem? Las personas que recorrían a esta práctica que no fueron todas, ya que no todo el mundo se podía permitir esto, tenían el propósito de preservar el recuerdo de la persona ya fallecida, recordándola a ella y a la propia mortalidad.

La imagen como sustituto del cuerpo ausente y, visión como un medio eficaz para el vivo de recuperar el recuerdo del difunto. Esta herramienta psicolçogica y transcendental da sentido el vivo a la hora de aceptar la muerte, reconocerla y superarla.


Por ello, estas primeras manifestaciones se circunscriben al ámbito de lo privado y en ellas se busca la dignación del sujeto y el registro visual de su figura, quizás el único en muchos casos como soporte del duelo y la memoria. El repertorio de localizaciones, posados y simbolismo utilizados en estas fotografías, tempranas, colaboradas a desdramatizar la escena y conseguir un efecto tranquilizador y curativo.

En este contexto, la fotografía comercial postmostem desaparece y a nivel doméstico, aunque pueda estar emocionalmnte justificado, resulta una práctica privada, socialmente reprobable, que el doliente realizará por su cuenta, en soledad y sin el conocimiento ni permiso de los otros, ocultará de la mirada pública y atesorará en el intimo silencio del álbum familiar o digital, como ilustra la fotografía que sigue, cuya autora ha preferido mantenerse en el anonimato.


Es necesario, por tanto, trasladar y acyualizar el debate sobre la muerte y su representación, no dejarse engañar por las narrativas ficticias o los velos rituales tras los cuales la parca se disfraza en cada época, separar el contenido de la forma y la función, y confrontar nuestra mirada con la última verdad de la existencia.


Fotos Sacadas de Internet.

 

 

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