Seguramente que mucha gente ha escuchado hablar sobre
Belchite, municipio de la provincia de Zaragoza, a 49 km de la capital, una
ciudad fantasma, escenario de una de las batallas simbólicas de la guerra civil
española, la batalla de Belchite.
La guerra redujo el pueblo a escombros por lo que se tuvo
que reconstruir un pueblo nuevo al lado del antiguo derruido.
Bello lugar, es lo que significa la palabra Belchite, fue un
pueblo de los más prósperos de principios del siglo XX, entre sus bellos muros
de estilo mudéjar llegaron a contabilizarse dos conventos y varias iglesias, símbolo
de la buena salud económica de la comarca.
Este pueblo se podría catalogar de maldito por su pasado
truculento, pues a lo largo de la historia tuvo la mala suerte de que varias
batallas acontecieran en sus alrededores y calles; comenzando en las guerras púnicas,
donde romanos y cartagineses ya tuvieron sangrientas confrontaciones, más
recientemente, en 1809, Belchite fue escenario de la primera batalla de Belchite
entre las tropas españolas y francesas de la guerra de secesión.
Los franceses ganaron aquella batalla y Napoleón hizo
inscribir el nombre de Belchite en el arco del triunfo de parís.
En 1838, las calles de Belchite fueron escenario de dudas
confrontaciones fruto de la guerra Carlista, pero todavía quedaba una gran
batalla que los muros de Belchite no podrían soportar.
En el verano de 1937, en plena guerra civil, los
republicanos arrasaban literalmente el pueblo de Belchite, defendiendo por los
nacionales, seis mil personas, entre
ellas soldados y civiles, mueren en pocos días.
En el pueblo, apenas un puñado de casas ha quedado en pie,
el control del banco republicano sobre la zona duraría poco tiempo, pues las
tropas del general Franco acabarían por ganar la guerra, como por todos es
sabido.
Desde su total abandono en la década de los 60 y dado su
pasado doloroso y sangriento, junto con el perfil fantasmal de edificios
semiderruidos, Belchite viejo ha sido un centro de peregrinación para
investigadores de lo paranormal de todo el mundo, las ruinas de los conventos
de San Rafael y San Agustín, la inquietante torre del reloj, el viejo cementerio,
la iglesia de San Martin, etc.…., cualquier rincón de este pueblo es un lugar idóneo
para pasar una noche con una grabadora y un termo de café.
Y los resultados de estos investigadores no tardaron en
producirse, decenas de psicofonías, grabaciones en las que se escuchan los ecos
de la guerra como si aquellos terribles días de 1937 hubiesen quedado
impregnados en todas y cada una de las piedras del lugar, aviones, bombas,
disparos, lamentos.
Con el paso de los años las leyendas fueron aumentando, en
gran parte gracias a estas psicofonías, presencias misteriosas que caminan por
las solitarias calles, sombras que parecen desaparecer en el interior de las
casa al paso de los visitantes, fotografías en las que aparecen figuras entre
las ruinas, manos que arañan las tiendas de campaña de jóvenes que pasan allí la
noche como gesto de hombría, campanas que hace años que desaparecieron y que
vuelven a repicar en las noches más oscuras, un niño juguetón que suele
asomarse en lo más alto del campanario, quizás sea él quien toca las campanas;
voces que hielan la sangre a los visitantes recomendándoles que se marchen de allí.
Cuentan que se puede escuchar cómo pasan los aviones y el
ruido de cómo sueltan las bombas y te dejan helado la sangre al escuchar como
escuchas explotar las dichas bombas, como se abre un garaje y se escucha la voz
de un soldado indicándoles que van a la defender la ciudad de Belchite.
El pueblo cuenta con muchas pintadas hechas por familiares
de las víctimas y otras que no vienen al caso realizadas por niñatos que
quieren hacer una gracia, una de las más sentidas se lee en la puerta de la
iglesia y dice así: pueblo viejo de Belchite, ya no te rondan zagales, ya no se
oirán las jotas que cantaban nuestros padres.
Tiempo después Belchite fue nuevamente tomado por los
nacionales y Franco en vez de reconstruir el pueblo creo Belchite nuevo, y dejo
Belchite viejo como propaganda del régimen.
Sus restos aún
perduran mientras poco a poco van desmoronándose, este lugar hace
recapacitar sobre la barbarie que fue la guerra civil España, una guerra
vergonzosa en la que los matamos entre nosotros.
Fotos sacadas de Internet.
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