Hay muchas leyendas,
en todo el mundo, están las japonesas, las Americanas, las Mexicana,
y como no las españolas, en cada rincón del mundo ahí una leyenda.
Aunque ahí que
decir que España esta llena de leyendas, especialmente en el sur de
España, por ejemplo Córdoba, hoy vamos hablar de Moro, Moro es un
perro era de Fernán Núñez, Córdoba, se le conocía como el perro
de los entierros.
Toda la gente que
tenga animales de compañía, saben perfectamente en que parecen
contar con un sexto sentido, en numerosas ocasiones, perros, gatos y
otras mascotas prevén el regreso de sus amos varios minutos antes de
que se produzca, y no pocos de ellos se han hecho celebres por esta
extraña conexión con sus dueños que parece trascender lo físico.
En el municipio de
Fernán Núñez, en la provincia de Córdoba, fue testigo de una de
las historias mas singulares, su protagonista se llamaba Moro, un
perro callejero de aspecto esquelético y negro, que nadie sabe muy
bien como llego al pueblo, según cuentan, lo dejaron abanandodo en
un bar de la carretera unos camioneros que pasaban por allí, otros
dicen que lo vieron por primera vez debajo de un olivo, junto al
cadáver de un vagabundo que bien pudiera haber sido su dueño.
Lo cierto es que
Moro llego a Fernán Núñez allá por la década de los setenta,
desde el primer momento destaco en el una característica singular,
parecía conocer el destino de aquellas personas que iban a fallecer,
cuando la muerte estaba próximo para alguno de los habitantes de la
villa, Moro se acercaba a su puerta y permanecía allí, luego
asistía invariablemente a su entierro, acompañando como uno mas, a
los dolientes del difunto.
Su percepción sobre
los hechos luctuosos llegaban a tal extremo que cuando trasladaban a
algun fallecido al pueblo, procedente de otro lugar, esperaba al
coche fúnebre a la entrada del casco urbano, luego iba hasta el
domicilio donde se hacia el velatorio y finalmente acompañaba a la
comitiva hasta el cementerio.
Han querido explicar
esta conducta tratando de decir que le atraían las
manifestaciones en las que participaba mucha gente, pues en ellas
podría obtener caricias y comida, sin embargo, nunca asistió a
bautizos ni bodas o cualquier acto colectivo que con estas mismas
características se celebraban en el pueblo.
Recorría las calles
bajo la mirada atenta de sus habitantes, algunos le temían por
creerlo mensajero de la muerte, otros le facilitaban comida y
atenciones, agradecidos por haberles acompañado en los difíciles
momentos de la perdida de un ser querido, parece ser que fue una de
las mujeres del pueblo, llamada Carmela, quien le puso el nombre,
también fue la que asistió en sus últimos momentos.
Moro murió en el
1983 como consecuencia de una brutal paliza que le propinaron unos
desalmados incruentos, alguien anuncio a Carmen que había un perro
aullando en el llano de las fuentes, como si estuviera agonizando,
cuando llego, al animal apenas le quedaba aliento de vida.
Ella le dio agua,
refresco su cuerpo y lo abrazo, después de cruzar sus miradas, Moro
falleció, varios hombres cavaron una fosa junto a unos paredones, en
el lugar llamado las Huertas Perdidas, transcurrido algún tiempo
esos muros se derrumbaron inexplicablemente sobre la tumba del
animal, como queriendo constituirse en mausoleo de tan singular
criatura.
Moro según Carmen
tenia algo que era sobrenatural.
Hasta sus últimos
días, se contabilizaron unos 600 casos en los que Moro predijo la
muerte, y realizo el mismo ritual de avisar y acompañar hasta sus
últimos momentos al difunto en su sepelio.
Doce años después
de ser salvajemente apaleado hasta su muerte, fue inaugurado en
Fernán Núñez un monumento en el Parque de las fuentes, una
escultura donde le nombran el perro de los entierros, en ella se
refleja la tristeza y paz de este animal, que se gano el cariño y
temor de la gente.
Fotos Sacadas de Internet.
No hay comentarios:
Publicar un comentario